Un borrador del nuevo reporte del IPCC se filtró a la prensa. Además de reiterar amenazas conocidas, el documento rescata un tema que merece analizarse: la transferencia de emisiones del norte hacia el sur.
Imagen AIL |
El quinto Informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático -al igual que sus cuatro antecesores publicados en 1991, 1996, 2001 y 2007- consta de tres volúmenes. El primero de ellos ya fue presentado en setiembre del año pasado y contenía una actualización de los últimos conocimientos sobre la ciencia del cambio climático. El segundo se lanzará en marzo (comprendiendo aspectos de vulnerabilidad y adaptación) y el tercero, referido a la mitigación, se conocerá recién en abril.
Sin embargo, un borrador parcial de este tercer volumen, fechado el 17 de diciembre, fue filtrado en los últimos días a varios medios de comunicación y mereció la atención de, entre otros, Reuters (15/01/14), The New York Times (17/01/14) y The Guardian (19/01/14). Se trata de un borrador de 29 páginas del capítulo dirigido a los responsables políticos; un resumen de fácil digestión que el Panel suele hacer para evitarles a los tomadores de decisión la dura tarea de leer los informes técnicos completos.
Los detalles del borrador que la prensa divulgó no presentan grandes novedades y mayormente son actualizaciones de tendencias ya anunciadas o datos que ya habían sido anticipados por otras agencias internacionales de la propia ONU o la Agencia Internacional de la Energía. Algunos de los puntos señalan:
-Las emisiones de gases de efecto invernadero crecieron dos veces más rápido en la primera década de este siglo que en las tres décadas anteriores. Gran parte de ese aumento se debió a la quema de carbón, y particularmente por el carbón utilizado para la generación de electricidad en China.
-La mayoría de los escenarios a futuro muestran que las emisiones mundiales tendrían que reducirse de 40 a 70 por ciento entre 2010 y 2050 para mantener el aumento de la temperatura media del planeta por debajo de los 2° C tal como se acordó en Naciones Unidas.
-Para limitar el calentamiento, el informe estima que el mundo tendría que invertir
USD 147 mil millones al año en energías bajas en carbono, como la eólica, solar o nuclear hasta el 2030. Al mismo tiempo, las inversiones en energía de combustibles fósiles tendrían que ser reducidas en USD 30 mil millones anualmente.
USD 147 mil millones al año en energías bajas en carbono, como la eólica, solar o nuclear hasta el 2030. Al mismo tiempo, las inversiones en energía de combustibles fósiles tendrían que ser reducidas en USD 30 mil millones anualmente.
-Los gobiernos del mundo todavía están gastando mucho más dinero en subsidiar los combustibles fósiles que en acelerar el cambio hacia una energía más limpia.
-Es necesario impulsar las tecnologías de captura y almacenamiento de carbono -principalmente en las usinas eléctricas- y el secuestro de carbono de las plantaciones forestales como mecanismo para alcanzar un balance neto de “emisiones negativas” en el 2100.
El Norte emite hacia el Sur
Sin embargo, uno de los principales aspectos que recogen los artículos de prensa referidos, es el reconocimiento por parte del Panel de un asunto que ya había sido destacado por analistas y activistas climáticos y que merece un análisis un poco más profundo: la “externalización” de las emisiones.
“Una parte cada vez mayor de las emisiones de CO2 procedentes de la combustión de combustibles fósiles en los países en desarrollo se libera en la producción de bienes y
servicios exportados, sobre todo de países de renta medio-alta y alta” entrecomilla The Guardian, dando a entender que es extracto textual del borrador filtrado.
servicios exportados, sobre todo de países de renta medio-alta y alta” entrecomilla The Guardian, dando a entender que es extracto textual del borrador filtrado.
Según el periódico inglés, el documento afirma que el mayor crecimiento en las emisiones de gases de efecto invernadero se da en los países emergentes, particularmente China, pero que buena parte de ellas está originada en la producción de bienes que son consumidos en Europa y Estados Unidos.
Muchos en el sur reclaman que una política global de reducción de emisiones debería no solo considerar el origen de la producción sino también su destino, responsabilizando a los países consumidores del norte por el aumento de las emisiones en los países productores del sur. Desde esta perspectiva, la transferencia de industrias y emprendimientos contaminantes del norte hacia el sur, sería una estrategia de los países desarrollados para escabullir sus responsabilidades climáticas. Y esto es parcialmente cierto, pero no es toda la verdad.
El problema es que los países del sur aceptan gustosos esta transferencia (cuando no la alientan fervientemente) y aceptan complacientemente aumentar su cuota de emisiones. No solo esto: también se oponen a la existencia de cualquier política doméstica en los países desarrollados que limite sus posibilidades de exportación. Es decir, no aceptan la inclusión de estándares de carbono en los productos consumidos en los países del norte aduciendo que se trata de medidas proteccionistas para-arancelarias.
Esto se ha visto en las negociaciones internacionales de cambio climático principalmente en los temas de hidrocarburos y agricultura pero es extensible a todos los rubros de exportación de los países en vías de desarrollo. De esta manera son los propios países en desarrollo los que impulsan la “externalización” de las emisiones de los países industrializados. Nadie es inocente en este juego.
Esto se ha convertido en un nudo imposible de desatar en la Convención de Cambio Climático. Los países desarrollados llevan sus industrias al sur porque allí no hay restricciones a las emisiones y los países del sur encuentran en esta relocalización productiva una fuente importante de inversión extranjera y de crecimiento del PBI. Esta transferencia provoca el aumento de las emisiones de las economías en desarrollo que, con el argumento del combate a la pobreza, rechazan cualquier imposición de límites a sus emisiones. Pero también rechazan cualquier medida que los países desarrollados adopten para reducir el consumo de los habitantes del norte, con el argumento de las trabas a las exportaciones desde los países en desarrollo.
Adicionalmente, estas exportaciones están promoviendo el crecimiento de nuevas clases altas y medio altas en los países emergentes que están aumentando su consumo y consecuentemente las emisiones de esos países.
Las empresas felices: han encontrado la manera perfecta de evitar los límites a sus emisiones, pagar una mano de obra más barata, recibir exoneraciones variadas, flexibilizar los estándares ambientales y mantener los mercados de mayor poder adquisitivo en el norte. Todo con la buena colaboración de los gobiernos del norte y del sur que continúan culpándose unos a otros de la falta de compromisos en el combate al cambio climático.
Por suerte para el clima, el “Desarrollo” es muy eficiente para mantener a la mayoría en la pobreza haciéndole creer que prospera o prometiéndole que prosperará, porque si verdaderamente todos se desarrollaran el planeta ya habría estallado.
Por: Gerardo Honty es investigador de CLAES (Centro Latinoamericano de Ecología Social)